Tengo una relación ambigua con el término “marca personal”. Lo uso porque es la manera en la que se popularizó el hecho de posicionarnos como profesionales. Pero, a simple vista, tiene una connotación que me hace pensar en algo encasillado y encorsetado.
Sin embargo, hay un significado oculto de la marca personal. Hay una posibilidad que solo se revela a quienes se animan. Cuando uno empieza con su proyecto de posicionarse, comienza a experimentar también todas las posibilidades de vivir la vida de nuestros sueños.
El año pasado una clienta me contaba que su deseo era escribir en una cabaña y poder vivir de eso. Tenía esa imagen soñada en su cabeza. Y hace unos meses activó un proyecto de escritura que la llena de ilusión. No sé si su sueño ya se cumplió, pero a mí me da mucha alegría cada vez que la veo subir una nota y compartiendo lo que hace. Me resulta sumamente inspirador.
Abrirte una cuenta de Instagram, un blog o un podcast y hacerlo porque sí. Elizabeth Gilbert habla mucho de esto en su libro “Libera tu magia”. De tener un proyecto creativo más allá de los resultados. Un refugio creativo. Y yo creo que cuando empezamos con nuestra marca personal hay mucho de eso.
Muchas personas, en muchos lugares del mundo, pasan los días odiando su trabajo. Y yo sé que esto lo digo desde un lugar de privilegio. Pero también sé que si querés cambiar esa situación (porque tampoco estoy a favor de convertir en un mandato el “tener un trabajo con propósito”), la marca personal tiene muchas posibilidades para darte.
Es una oportunidad de convertirte en protagonista. De jugar un rato, de tener un refugio para nuestra alma y poder crear. Y que, a partir de eso, suceda la magia. Por eso creo que cuando nos decidimos a expresar nuestra voz, nos decidimos también a ser protagonistas. Porque se trata de corrernos del lugar de víctimas y empezar a tomar las riendas de nuestros caminos.
¿Estás listx?
- Bárbara